—¡Olvídalo!
—Julio Reed sacudió la cabeza impotente, sabiendo que ni saltando al Río Amarillo podría limpiar su nombre ahora.
—Habiendo vivido más de diez mil años, había sido derribado por una mujer.
—Joven Maestro Percival, usted es un hombre de estatura.
—Tomó una respiración profunda, canalizando toda su rabia hacia Zane Percival.
—Arrodíllate y no me obligues a actuar.
—El rostro de Zane Percival se volvió extremadamente desagradable al escuchar esto.
—Con Itai Huntington presionando, probablemente no tenía margen de maniobra.
—Julio Reed, ¡eres despiadado en tus tratos! ¡Ten cuidado con la retribución!
—Dijo entre dientes apretados.
—¡Con esta rodilla de hoy, estaba acabado!
—Dado que careces de dignidad, ¡te ayudaré a encontrarla!
¡Bang!
—Julio Reed pateó sin previo aviso, golpeando fuerte a Zane Percival en la entrepierna!
—Ah...
—Con un grito desgarrador, Zane Percival se arrodilló en el suelo, su rostro rojo como un hígado, ¡en un dolor insoportable!