Aron Jackson había resistido muchas tormentas, pero en este momento incluso él no pudo evitar fruncir el ceño.
No estaba familiarizado con Bane Cook, pero había oído el nombre del otro hombre.
Hoy, al conocerlo, se dio cuenta de que este hombre era aún más despiadado de lo que había imaginado.
En cuanto a Julio Reed, no sentía gran cosa.
Los traidores generalmente se encontraban con destinos muy miserables.
El Grupo Titan gastaba un presupuesto enorme para mantenerlos cada año, y sin embargo terminaban apuñalándolos por la espalda, ayudando a extraños a matar su propio sustento. Esas personas merecían morir.
—¿Vas a hablar o no? —preguntó Bane Cook sin emoción alguna, sosteniendo la cabeza de Winston Pendleton con una mano.
En su otra mano, un cuchillo todavía goteaba sangre fresca.