La Provincia de Cinco Ríos estaba en agitación, y Brayden Leopold era especialmente cauteloso.
A pesar de estar acompañado por docenas de personas, todavía no se sentía lo suficientemente seguro.
Sin embargo, este era un mercado bullicioso, donde nadie se atrevía a causar problemas.
Después de llegar a una mesa en la esquina con Perro Negro y varios guardaespaldas personal altamente capaces, Brayden Leopold habló:
—¿Puedo saber quién desea reunirse conmigo?
Las tres personas frente a él mantuvieron sus cabezas agachadas, lo que lo hizo sentir algo inquieto.
—Joven Maestro Leopold, ¡hace tiempo que lo admiro! —En ese momento, un hombre de mediana edad más cercano a él levantó la cabeza, revelando una sonrisa.
—¿Miguel Abbott? ¿Cómo podría ser usted?
Brayden Leopold se llevó una sorpresa, calculando rápidamente las intenciones del otro.