—¡Imposible! —Al escuchar las palabras del empleado del Grupo Tres Cuchillas, el ceño de Bridger Davenport se acentuó.
A pesar de estar atado a una silla, seguía forcejeando como si hubiera olvidado que acababan de romperle una pierna.
—Antes de venir aquí, tuve gente vigilando este lugar todo el tiempo; ¡no hay manera de que los hombres de Aron Jackson hayan llegado aquí tan rápido! —Bridger Davenport no podía creerlo, pero los pasos que se acercaban eran cada vez más fuertes y no dejaban lugar para explicaciones.
—¡Aron Jackson! ¿Tus hombres? —Al sentir las vibraciones bajo sus pies, Gerrard Cook también giró su cuerpo y miró directamente a Aron Jackson.