Julio Reed jamás había imaginado que las cosas se volverían tan complicadas.
Afortunadamente, Quella Radcliffe no tenía problemas.
En los tres años que vivió con la Familia Radcliffe, nunca notó nada peculiar sobre el clan.
No hasta hoy, cuando informe tras informe se presentó ante él.
Los hechos irrefutables estaban justo frente a sus ojos.
Solo entonces Julio Reed aceptó la verdad que había sospechado durante mucho tiempo.
Cuando se había casado en la Familia Radcliffe, todo había sido arreglado.
Un arreglo con motivos ulteriores.
—Mi señor, ¿qué planea hacer? —preguntó.
—En cuanto a la tumba de la Señora Radcliffe, la he excavado y está vacía. Nunca hubo un entierro allí, ni siquiera una urna —dijo la Viuda Roja con una sonrisa.
—¡Sigue investigando! ¡Debemos llegar al fondo de esto! —exclamó él.
Julio Reed apretó el informe en su mano derecha, levantando la cabeza para mirar el cielo nocturno.
Hace cuatro años, su amnesia se había vuelto más confusa que nunca.
¡Shh!
