—¡Jefe! —Por todo el hospital, desde las puertas de las salas hasta la entrada del hospital, había hombres de Aron Jackson.
—Ustedes quédense aquí, necesito salir un momento —Aron Jackson asintió y caminó rápidamente hacia el sedán estacionado en la entrada del hospital, listo para irse.
—¡Soy el mejor jugador bajo el cielo! ¡Cuando hago una jugada, nunca pierdo! —Justo cuando estaba arrancando el coche, listo para conducir, de repente, escuchó un grito.
—¡Lárgate! ¡Hoy voy a hacerte perder tan mal, que te quedarás sin ropa interior! ¡Te haré correr desnudo por las calles, entendido? ¡Pequeño hermano apestoso! —Otra persona gritó fuertemente, sonando como dos borrachos discutiendo.
—¡Tonterías! ¡Yo soy el mejor jugador de Ciudad Gonzalez! Mirando por toda la ciudad, me proclamo segundo, ¿quién se atreve a decir ser el primero? —Los gritos volvieron.