La larga lanza, forjada de acero refinado, se convirtió instantáneamente en polvo.
Bajo la luz del sol, centelleaba con destellos de luz estelar.
¡Bang!
¡El momento siguiente!
—¡La palma de Julio Reed siguió adelante, aterrizando directamente en el hombro derecho de Alexander Grey!
Este prodigio de la Asociación de Artes Marciales ni siquiera había tenido tiempo de recuperar sus sentidos.
Su cuerpo ya se había estrellado pesadamente contra el suelo.
En el patio del Dragón, un silencio mortal se instauró.
Los estudiantes sostenían sus largas lanzas, pero ni uno solo se atrevió a dar un paso adelante para ayudar a levantarse a Alexander Grey.
—Digno de la Asociación de Artes Marciales —dijo Julio Reed, con las manos detrás de la espalda, miró a los jóvenes conmocionados frente a él y dijo indiferente—. Incluso el que está de guardia tiene algunas habilidades. Por favor, llamen a su Gran Comandante, tengo un favor que pedir.
¿De guardia?
