Amanecer.
Cuando los primeros rayos de sol iluminaron la cama de Bamboo Whitaker, Julio Reed bostezó perezosamente.
Se levantó, se lavó la cara, se cepilló los dientes.
Junto a él, los ojos de Bamboo Whitaker estaban oscurecidos por el cansancio, su cabello despeinado.
Sus puños estaban firmemente apretados.
Estaba al borde del asesinato.
¿Expulsada para dormir dónde?
Naturalmente, Julio Reed nunca dormiría en un sofá.
Aragón, después de todo, debe mantener su dignidad.
Simplemente decidió dormir en la habitación de Bamboo Whitaker.
La pobre chica, atormentada por ronquidos ensordecedores, luchaba para dormirse, queriendo despertar a Julio a patadas.
Pero tras reflexionarlo, no se atrevía.
Solo podía jugar con su celular toda la noche, tocando furiosamente los juegos.
Sin embargo, ella seguía perdiendo, y al final, Bamboo se enojó tanto que rompió su celular.
Sin celular, solo podía contar ovejas en silencio.
