Oscuridad.
Sabrina Leocadia abrió los ojos aturdida, solo para encontrar completa oscuridad frente a ella.
No podía ver nada.
Su cabeza también dolía mucho.
Parecía...
De repente, sacudida por la realidad, finalmente recordó lo que había experimentado antes.
Pero luego, se dio cuenta de que estaba atada a una silla.
Sus ojos también estaban cubiertos con un paño negro.
No podía moverse en absoluto.
—¡¿Quién?! —Sabrina Leocadia estaba algo nerviosa.
Pero, habiendo visto mucho mundo, se calmó rápidamente.
Ningún sonido.
Ninguna respuesta.
Silencio completo a su alrededor.
Por el eco, podía decir que el espacio era vasto.
Sabrina Leocadia escuchaba atentamente, no oía nada más que su propia respiración en los alrededores.
El silencio puede volver loco a una persona.
Especialmente el silencio de la desesperación.
Estaba inmóvil, atada fuertemente por alguien.
Si nadie venía, ¿no se moriría de hambre o de sed aquí?
Pensando esto, comenzó a luchar.
Pero fue inútil.