Pfft!
Una fumarola de sangre fresca salió disparada.
El anciano, que acababa de estar lleno de sí mismo, ahora yacía como un perro muerto.
Convulsionando en el suelo.
—¡Maldíceme una vez más!
Karen lo señaló con la Espada Larga.
La boca del anciano se movió, pero no salió ningún sonido.
—¡Dije, maldíceme una vez más!
Karen rozó suavemente la piel del anciano con la punta de su espada.
¡La herida se volvió negra al instante!
Y luego, se extendió rápidamente por todo su cuerpo.
—Oooh... Oooh...
El anciano, con la cara contorsionada de dolor, intentaba moverse, pero estaba completamente desprovisto de fuerza.
Solo podía mirar impotente cómo su cuerpo se volvía lentamente negro.
Hasta que sus ojos perdieron toda expresión.
El proceso duró medio minuto.
Pero ese corto medio minuto se sintió tan largo como medio siglo.
Dentro del gran salón.
Los discípulos del Valle del Rey de la Medicina sudaban profusamente, sus túnicas ya empapadas.