—¿Cuánto era lo que querías? —preguntó Julio Reed con una sonrisa.
—¡Tres mil millones! ¡Ahora mismo! —el hombre calvo estaba algo descontento—. Habíamos acordado claramente esto afuera, si te atreves a renegar, expondré este asunto al Valle del Rey de la Medicina de inmediato.
—El dinero, ni un centavo —Julio Reed extendió sus manos—. No solo no te voy a dar el dinero, sino que también voy a tomar algo de ti.
—¿Estás jugando conmigo, maldita sea? —el rostro del hombre calvo se oscureció.
Pero antes de que pudiera siquiera moverse —Julio Reed señaló con el dedo su muñeca y arrebató directamente el cuchillo largo—. ¡El cuchillo en la mano del hombre calvo! ¡Fue arrebatado de un instante a otro! Casi en un abrir y cerrar de ojos. ¡Zas! ¡El destello de la hoja! La oreja del hombre calvo, con un 'plop', cayó al suelo.
—Shh... —el hombre calvo inhaló fuertemente, temblando mientras colocaba su mano donde antes tenía la oreja. Pero ya no había nada allí. La sangre no dejaba de fluir.