Al día siguiente, tan pronto como amaneció, Quella Radcliffe despertó.
Para entonces, Julio Reed ya había preparado el desayuno y la estaba esperando en el comedor.
Al ver la escena ante ella, Quella Radcliffe sintió por primera vez el calor del hogar.
Aquí, no había peleas entre sus padres, solo plenitud de felicidad.
Este era su mundo, su hogar.
En cuanto al incidente del día anterior, era como si ambos tuvieran un entendimiento tácito, ninguno lo mencionaba.
Para cuando la pareja llegó a la empresa, encontraron que los empleados ya habían empezado a trabajar temprano.
Todavía faltaba más de una hora para el inicio oficial del trabajo, y esta vista inusual hizo que Quella Radcliffe se sintiera muy curiosa.
—¡Presidente Radcliffe! —a lo largo del camino, los empleados que se encontraban con ellos los saludaban.
No era que quisieran hacerlo, era solo que las acciones de Julio Reed el día anterior habían sido demasiado violentas.