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El mundo interior de Eric se había colapsado por completo en este momento.
Si hubiera sabido que este sería su final, nunca habría seguido a Frank desde un principio.
—También estuviste involucrado en el asunto del secuestro de mi esposa, ¿no es así?
Paso a paso, Julio Reed se acercaba, su rostro oscureciéndose al máximo.
—No... no te acerques más...
Al verlo acercarse paso a paso, Eric temblaba incontrolablemente como si estuviese enfrentándose al Segador Macabro, y su voz estaba casi ronca.
La terrible muerte de Frank aún estaba vívida en su mente, y ahora su espíritu estaba al borde del colapso.
—¡Ding-dong-ding!
Justo entonces, el teléfono que llevaba encima sonó de repente.
Sobresaltado por el sonido, Eric reaccionó como aferrándose a un salvavidas, sacando su celular de su pecho.
—¡Es nuestro jefe de equipo!