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—¿Dónde?
Los ojos de Julio Reed se entrecerraron mientras miraba fijamente la aguja de plata en la mano de Elwood Thorneycroft.
—La fruta, la papilla para el desayuno y la leche por la noche —dijo Elwood Thorneycroft—.
Después de decir esto, Elwood Thorneycroft envolvió la aguja de plata en papel y la arrojó al cesto de basura.
—Si no me voy, solo hay un callejón sin salida para mí.
—¿Entonces todavía te atreves a verme? —Julio Reed rió suavemente—. ¿No temes que te mate?
Elwood Thorneycroft negó con la cabeza:
—No me matarás.
—¿Por qué? —Julio Reed sintió curiosidad al escuchar esta respuesta.
—Las comidas, incluso las frutas, fueron todas arregladas por mí para ser enviadas a ti. ¿Por qué todavía confías en mí?
Si la aguja de plata daba positivo en la prueba de veneno, entonces este asunto definitivamente estaba relacionado con él. Elwood Thorneycroft apenas había escapado, ¿y aún así lo había buscado activamente de nuevo?