—¡Julio Reed, realmente te superaste a ti mismo! —Después de que Jay King dejó la sala de conferencias, Itai Huntington estaba tan emocionada como una niña pequeña.
—¿Una mesa con un valor de aproximadamente treinta mil dólares estadounidenses, más un cenicero de unas pocas docenas, y extorsionaste dos mil millones de dólares estadounidenses de la familia Roosevelt? ¡Ni siquiera me atrevería a soñar con eso!
—Te daré la mitad.
Ella golpeó a Julio Reed ligeramente con su mano, sonriendo alegremente. Era como un pastel cayendo del cielo. ¡Dos mil millones de dólares estadounidenses! ¡Una fortuna enorme! Incluso para la familia Roosevelt, esa no era una cantidad pequeña.
—Tengo otra cosa que hacer, ten cuidado estos días.
Después de que Julio Reed dio una respuesta despreocupada, giró y salió del edificio de Five-state International.
