—Si dicen que ser alcanzado por un rayo deja el cerebro completamente en blanco —entonces todos en la sala privada, excepto Quella Radcliffe, sintieron lo que es estar completamente atónitos. Incluso el hombre involucrado, Julio Reed, ¡no había anticipado el movimiento repentino de Itai Huntington! Tomado completamente por sorpresa.
—¿Por qué estás aprovechándote de mí otra vez? —empujó a Itai Huntington con una mirada suplicante, limpiándose la boca con la manga para quitar la mancha de su lápiz labial, sintiéndose sumamente agraviado. Esta ya era la segunda vez, demasiado.
—Esposa, yo... —Julio Reed se giró hacia Quella Radcliffe y suspiró. Sin duda, es mejor provocar menos a esta mujer.
—¿Qué, vengo a ayudarte a limpiar este desastre, y no puedo ganar un poco de interés? —Itai Huntington murmuró unas palabras en su oído, con una sonrisa triunfante en su rostro.
