Antes de mucho tiempo, el convoy se detuvo lentamente al lado de un viejo almacén cerca de los muelles de Ciudad González.
Este lugar una vez fue una instalación de almacenamiento para bienes de pernoctación, pero cuando se establecieron los cuatro nuevos muelles de Ciudad González, gradualmente perdió su valor.
Los años habían dejado marcas de decadencia en él, sin embargo, no era difícil ver lo grande que había sido este almacén y lo espléndido que fue en su apogeo.
—Casi diez años... —Fabian Percival se paró en la entrada del almacén, tirando ligeramente del portón de hierro que se balanceaba.
Con la falta de mantenimiento a lo largo de los años, sumada a la fuerza erosiva del viento y la helada, el portón de hierro ahora estaba cubierto de óxido, pareciendo como si un tirón fuerte pudiese derribarlo.