—¿Lo dejaste ir?
En el Audi, Itai Huntington se sentía muy incómoda mientras miraba a Julio Reed a su lado.
Era como si alguien la hubiera visto por completo, haciendo que todo su cuerpo se sintiera incómodo.
Maldito Fox Miller, pensar que en realidad sabía todo.
—¿Qué más?
Julio Reed observaba deliberadamente a Itai Huntington, haciéndola sentir aún más incómoda.
—Heh, ¿dónde está ese encanto y seducción habituales tuyos? Tsk tsk, resulta que todavía eres... bueno, una solterona.
—¡Tú! ¡Vete al infierno!
Itai Huntington agarró un cojín de a su lado y se lo lanzó con fuerza a Julio Reed.
Se sentía tanto avergonzada como molesta, pero completamente impotente para hacer algo al respecto.
—¿No temes que él regrese, revele todo y luego venga a asesinarnos? Julio Reed, al dejar volver al tigre a la montaña, ¡invitas a problemas sin fin! No sueles ser tan ingenuamente amable.