—¡Golpe!
El segundo más viejo, sosteniendo una caja de dardos casera, ni siquiera se había dado cuenta de lo que acababa de suceder.
Su cabeza se inclinó hacia un lado, y murió en el asiento trasero.
El dardo había ido directamente a su ceja, y la sangre manchó instantáneamente su camisa de rojo.
—Si no quieres morir, simplemente conduce normalmente.
Julio Reed se dio la vuelta y arrojó descuidadamente el dardo sobre el regazo del hombre que aún estaba vivo detrás de él, —Además, apaga ese inhibidor de señal, no me hagas hacerlo yo mismo.
—¿Cómo... cómo sabías...
El hombre detrás de él temblaba mientras ponía su mano en el inhibidor, dudando si desconectar la corriente.
—Detén tu resistencia inútil. Si puedo desmontar el dardo sin que él lo sepa, ¿crees que no notaría tus pequeños trucos?
Julio Reed agarró el bolsillo del pantalón derecho del conductor y apretó con fuerza.
—¡Crack!
—Ah...
El conductor gritó de dolor, y el coche se balanceó inestablemente.