—¡Ay! —Jake Carmichael, ya de por sí corpulento, cayó al suelo como una bomba de carne humana, atrayendo instantáneamente una multitud de curiosos.
Para alguien de su alto estatus, perder dinero no era aterrador—después de todo, tenía de sobra.
¡Pero su orgullo era algo que no podía permitirse perder a ningún costo!
Incluso si las personas presentes no lo reconocían, debía recuperar su dignidad.
—Cariño, ¿estás bien? —La mujer se apresuró y, con todas sus fuerzas, logró ayudar al casi 300-libras Jake Carmichael a ponerse de pie.
—¡Cof cof! —Jake Carmichael sintió un torrente de sangre y aire precipitarse a su pecho, viendo estrellas frente a sus ojos.
Rara vez había sido golpeado así mientras crecía.
En la familia, aunque era de una rama colateral, sus excelentes habilidades de relaciones públicas le habían ganado bastante respeto.
No importaba qué, él era un miembro de la familia Carmichael.
En la capital, el nombre Carmichael cambiaba la expresión de la gente.