—Para cuando Graham Cook y los demás habían bajado las escaleras, sus piernas estaban tan rígidas que no podían mantenerse en pie. Al mirar la hora, ya eran las tres de la tarde. Un grupo de personas se turnaba para bajar a Bran Cook del edificio alto en sus veintes, cada uno tan cansado como el siguiente.
—¡Amos Davenport, voy a derrotarte uno de estos días! —Graham Cook, con las manos en la cintura, maldijo mientras miraba hacia el edificio de treinta y tantos pisos frente a él. Quería caminar ahora, pero sus piernas estaban demasiado débiles para sostenerse.
—Maestro Cook, vamos a tomar un descanso, ¡estaré tan exhausto que tendré diarrea si camino más! —Una persona de la familia Cook jadeaba con dificultad, tragando su saliva.