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—¿Qué quieren con nuestro presidente? —Dempsey Davenport miró a la gente ante ella con gran cautela. Era obvio que tenían malas intenciones y estaban aquí para causar problemas a Quella Radcliffe.
—Nuestro presidente está en la oficina; ¡yo les llevaré! —Tess Radcliffe, por otro lado, estaba ansiosa por que alguien se ocupara de Quella Radcliffe y se ofreció voluntaria para guiar a Bran Cook y su grupo.
En ese momento, el estómago de Bran Cook estaba en un dolor insoportable, y a pesar de que había pasado un día, no se había recuperado. Sentado en una silla de ruedas, sus ojos estaban llenos de ira, y ni siquiera se atrevía a hablar. Solo pronunciar una palabra se sentía como si sus entrañas se estuvieran desgarrando, soportando una tortura inhumana.