—¡Un depósito tan grande, si realmente pudiera asegurarlo, entonces la promoción estaría a la vuelta de la esquina! —exclamó con entusiasmo.
—Incluso si no puedo atraer el depósito, asegurar que este dinero no se mueva también es una estrategia perfectamente buena —razonó para sí mismo—. Porque una vez que los fondos fluyan hacia fuera, una cantidad tan masiva definitivamente alertará a la oficina central.
—Tras la investigación, sería yo el culpabilizado por mala gestión, y seguramente enfrentaría un castigo —temía, reflexionando sobre las consecuencias.
—Señoras y señores, de hecho, solo tengo una petición —dijo Julio Reed, reclinándose en su silla con una sonrisa en su rostro.
La habitación quedó en silencio al instante.
Todo el mundo contuvo la respiración, ansiosos por saber qué iba a decir Julio Reed.
—¡Porque las siguientes palabras podrían determinar su futuro! ¡Su destino! —pensaron todos, en suspenso.
