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—¡¿Qué estás haciendo?! —Aunque Atlas Leopold fue golpeado, su mente aún estaba clara. Al ver a Julio Reed levantar la mesa, el pánico surgió de inmediato en él.
—Te estoy diciendo…
—Ya me has dicho suficiente, ¿pero cuándo te he hecho caso alguna vez? —Julio Reed dijo con una sonrisa—. Sabes, lo que estás haciendo no tiene sentido. Cuando me propongo algo, nunca escucho a nadie más, ¡porque nadie puede detener lo que quiero hacer!
¡Crack!
Bajo la mirada atónita de todos, Julio Reed estrelló con fuerza la mesa sobre la pierna de Atlas Leopold.
—Ah...