Todo esto sucedió demasiado rápido.
Las dos chicas obedientes ni siquiera habían tenido tiempo de reaccionar a lo que había sucedido.
Julio Reed ya había agarrado una botella de vino de la mesa y la había estrellado sobre la cabeza del hombre.
—¡Ay!
El hombre desprevenido retrocedió unos pasos y se sentó en el suelo, haciendo muecas de dolor.
Se cubrió la cabeza con las manos mientras la sangre le corría entre los dedos.
—¡Mátenlo por mí! ¡Cómo se atreve a golpearme en la Perla sobre el Agua! ¡Realmente está cansado de vivir! —Al oír la orden de su jefe, varios matones se acercaron oscuramente a Julio Reed con malicia en sus rostros.
—¡Les advierto! Soy miembro de la familia Yarrow. Puedo dejar pasar lo de hoy, pero si se atreven a molestar a mi amigo, ¡no culpen a la familia Yarrow por no mostrarles ninguna consideración! —Julio Reed había ofendido al hombre mientras intentaba rescatarlas. Sintiéndose culpable, Elize Yarrow no tuvo más remedio que revelar su identidad.