En el momento que Cosmo vio aparecer al limpiador, no pudo evitar que una sonrisa se curvara en sus labios.
Parecía que la otra parte no podía contenerse más y se estaba preparando para mover ficha.
—¡¿Quién diablos eres! Vete, no ensucies mis manos! —gritó en voz alta y al mismo tiempo su mano 'accidentalmente' chocó contra la del limpiador, ¡desarmándolo silenciosamente del arma de la otra parte! ¡Tal hazaña era pan comido para ella!
—¡Señorita! —Esta vez, claramente habiendo aprendido de la lección anterior, el limpiador cambió la forma de dirigirse a ella.
—¿Podríamos hablar en otro lado sobre esto? ¡Todos trabajamos en el mismo centro comercial y me gustaría disculparme en su nombre! —Después de hablar, el limpiador se inclinó profundamente.
—¡Sí! ¡No fue intencional! A ver, tengo algo de dinero en la sala de descanso. Ven conmigo y te compensaré por el bolso. —La repartidora de folletos explicaba con total franqueza, una sonrisa de impotencia apareciendo en su rostro.