Ciudad Gonzalez.
Dentro de la pequeña casa de estilo occidental.
Quella Radcliffe estaba sentada en el sofá, sujetando el teléfono en su mano, caminando de un lado a otro sin cesar.
Su rostro estaba lleno de ansiedad.
Había pasado un día entero desde que Julio Reed había salido de Ciudad Gonzalez.
Pero aún así, no había noticias.
Cuando Quella Radcliffe se despertó por la mañana, se dio cuenta de que la persona a su lado ya se había ido.
Pero no pensó mucho en ello.
Julio Reed tenía sus propios asuntos y Quella Radcliffe no se entrometía en todo.
Pero ahora ya eran las siete u ocho de la noche, y todavía no había llegado ni una sola noticia.
El teléfono era inaccesible, y Aron Jackson tampoco podía ser contactado.
Miguel Abbott dijo que Julio Reed ya había conducido de regreso.
Quella Radcliffe solo podía seguir esperando.
Mirando el reloj en la pared, se sentía cada vez más ansiosa.
Aunque Quella Radcliffe era una mujer que nunca indagaba en los asuntos de Julio Reed,
