Cinco minutos después.
—¿Qué te preguntó la princesa hace un momento? —Víctor el Anciano abrió la puerta, inspeccionó el área y luego se dirigió al guardia.
—La princesa me instruyó asegurar la seguridad de Víctor el Anciano y no ser negligente en lo más mínimo —dijo el guardia solemnemente.
—¿Es así? ¿Realmente es el caso?
—Puedes responder con honestidad —Víctor el Anciano preguntó con una risa ligera.
—Para responder a Víctor el Anciano, ¡es la verdad absoluta! ¡Su subordinado, no ha ocultado nada! —El guardia, mirando directamente hacia adelante, respondió sin expresión.
—Muy bien.
—¿Lo reconoces? —Víctor el Anciano sonrió y asintió, luego se quitó un collar de su pálido cuello. En el collar, había una concha y una Moneda de Cobre.
—Esto... —El guardia acababa de echar un vistazo y estaba a punto de abrir la boca. De repente, se quedó atónito. Sus ojos, vacíos y sin vida.