Una espada fue desenfundada.
En el aire.
¡Solo quedaron tres rastros de luz fría y sangrienta!
Parecía como si cada golpe de Nathanael Warm llevase un odio abrumador.
¡No su propio odio!
¡Sino el de aquellos espíritus que una vez murieron bajo su espada!
Indignación, furia.
La luz sangrienta, como el mismo Diablo.
Llevaba una presión abrumadora mientras salpicaba hacia Julio Reed.
¡Clang!
Julio se mantuvo firme como una roca.
Frente a la radiante sangre, sujetó su espada con ambas manos.
¡Barriendo en las seis direcciones!
La luz dorada colisionó con la luz sangrienta, haciendo que el aire mismo pareciera retorcido.
El tejado olía a sangre.
—Esta espada está llena de intención asesina —dijo Julio sosteniendo la Espada Larga del Gran Ciclón Nocturno con una mano.
—Hay ochenta y un almas bajo esta hoja —respondió Nathanael Warm acariciando la hoja amorosamente.