—Glug...
La garganta de Truman Ridge se movió, su frente cubierta de sudor frío.
Era tanto por el dolor de su mano cortada como por el miedo en su corazón.
Su visión periférica alcanzó a ver a un miembro de la Familia Ridge escapándose, y respiró aliviado.
Pero todavía pasaría algún tiempo antes de que los Víctores Mayores llegaran aquí.
En ese tiempo, tenía que entretener a Julio Reed.
—¡Enfrentando al hombre que una vez fue su benefactor, Truman Ridge no sentía más que odio!
Sabía, sin necesidad de pensarlo, que su mano estaba irreparable; no se podría reimplantar.
Habiendo presenciado a Julio Reed matar sin pestañear, ahora solo se concentraba en sobrevivir y luego en buscar venganza.
—Diez segundos restantes.
Julio Reed se giró, mirando a los miembros de la Familia Ridge aterrorizados en la entrada.
Querían correr, pero sentían una restricción invisible tirando de ellos.
Los obligaba a mantenerse firmes, incapaces de moverse.