Mis pies desfilaban en el suelo mientras una ráfaga de viento golpeaba mi rostro, tenía los ojos húmedos lo que me impedía ver mientras corría. Usé el dorso de mis manos para secar las lágrimas de mis ojos. —Estúpido monstruo —maldecía, saliendo de la mansión.
Estaba tan molesta, furiosa, enojada y volviéndome loca por momentos. Mi pequeño corazón sentía dolor, un tipo de dolor que nunca había sentido antes. Me costaba respirar ya que mi corazón se sentía pesado, solo necesitaba el lugar adecuado para dejarlo todo ir. Mi garganta seca se humedeció de nuevo. Si tenía otras mujeres con las que estar, ¿para qué casarse conmigo? Si tenía mujeres a su alrededor, ¿por qué me alejó de mi vida? ¿De mi familia?
Me sentía como la tonta que era, como si fuera una broma para ellos. He sido una broma para ellos, una muñeca que pueden vestir y llamar esposa. Aún no entendía por qué se casó conmigo en primer lugar y sólo pensar en ello me mata.