Después de mucho tiempo gritando sin que nadie le respondiera, Bella se sentó en silencio en el suelo, sollozando levemente. Su garganta ahora estaba dolorida de tanto gritar.
Nadie le había dicho qué delito había cometido para sufrir tanto.
Echó un vistazo alrededor de la celda vacía. La barra de hierro que la rodeaba era tan fuerte que no dejaba espacio para escapar, incluso si ella quisiera.
Además, ¿de qué serviría intentar escapar cuando ni siquiera podía alcanzar la puerta o alguna pared excepto la que tenía detrás?
Bella miró la pequeña ventana en la pared. Era más pequeña que un tamaño humano, no había forma de que pudiera pasar por ahí. Sabía que tenía que salir de este lugar de una forma u otra. Estas personas no parecían que la liberarían pronto.