Kate había dejado la mansión casi al mismo tiempo que Nari se había ido. En su bolso llevaba un saco negro de tela donde envolvió un buen número de las joyas que quería vender. Según sus palabras, solo las iba a dar como garantía y cuando recuperara su vida, recuperaría sus joyas.
No podía imaginar vender joyas personalizadas tan caras a nadie. Estas joyas fueron hechas especialmente para ella, de lo mejor de lo mejor. La mayoría le fueron dadas en el pasado por pretendientes que aparecieron en su vida, aunque nunca terminó casándose con ninguno de ellos.
Con las joyas en sus manos podría hacer más que suficiente dinero hoy para saldar sus deudas y recuperar su vida. No tenía idea de por qué nunca lo había pensado de esta manera desde hace una semana. Nunca habría dependido de su sobrina para hacer nada por ella.