—¿Lo encontraste? —preguntó Ariana llamando a Aiden por décima vez; no sabía cómo había logrado mantenerse entera hasta ahora—. Todo lo que sabía era que en el segundo que descubrió que Nicolai había desaparecido, su corazón cayó en algún lugar cerca de su estómago.
Normalmente le importaría lo que su madre pensara o lo que estaría pensando, pero frente a la cuestión de la seguridad de Nicolai, a Ariana no le importaba nada. Solo quería —no, necesitaba saber que él estaba bien.
En ese momento, no le importaban una mierda lo que su padre le había dicho o lo que sus hermanos le pedían que hiciera. Nadie la iba a detener de buscar a ese montón de hombre. Y si su padre pensaba que estaba siendo una decepción al hacerlo, pues podría ser una gran decepción.
Así que, dejó su casa y empezó a buscar a Nicolai por toda la ciudad. No importaba dónde, iba a bares, pubs e incluso a clubes sexuales donde nunca había pisado en toda su vida.
