La adicción nunca fue algo bueno. Ariana lo sabía desde el principio, y como médico, sabía que una vez que la adicción comenzaba, era terriblemente, notoriamente doloroso para cualquiera pasar por la abstinencia.
Habían pasado tres semanas y media desde que Nicolás dejó de contactarla. Nunca contestó ni respondió a su llamada, y los dolores de soledad empeoraban día tras día.
Ariana había pensado arrogante una vez que no haría ninguna diferencia. Si ese hombre se quedaba o se iba, ella estaría bien. Pero fue solo ahora que Nicolás se había ido que se dio cuenta de lo difícil que era para ella respirar.
Había elegido a su familia, pensando y dando por sentado a Nicolás. Creía que él se quedaría a su lado sin importar lo que hiciera, pero su arrogancia se rompió igual que la de Noah cuando Ariana decidió salir de su vida.
Lo que Noah le había hecho, ella se lo había hecho a Nicolás.
En su arrogancia ciega, había alejado a ese hombre de ella hasta el punto de no retorno.
