—¿Irte? ¿No has escuchado lo que acabo de decirte? —preguntó Noah mientras miraba a Ariana con incredulidad—. Te acabo de revelar que he descubierto la verdad. Sé que fuiste tú quien me salvó en aquel entonces y no Ariel. ¿Y eso es todo lo que tienes que decirme? —Su voz era baja mientras interrogaba a Ariana.
—¿Qué más esperabas? —Ariana parpadeó y levantó su mano para recolocar sus mechones rosados que ondeaban al viento detrás de su oreja—. ¿Esperabas que te abrazara y besara, señor Nelson?
No. Él no esperaba que ella lo abrazara y besara, pero sí esperaba que derramara algunas lágrimas y le sonriera aliviada.
Ella debería haber estado feliz de que él descubriera la verdad, ¿verdad? Entonces, ¿por qué... parecía tan agobiada?
—¿No estás contenta? —preguntó Noah después de una breve pausa. Su voz sonó herida.
—¿Contenta? ¿Por qué debería estarlo? —preguntó Ariana, y sonaba genuinamente confundida.
