Capítulo 25
Tomando un taxi, Carol volvió a su hogar y en cuanto entró, el aroma a comida casera la envolvió.
Luca estaba parado en un banquito, cocinando.
Mirando a su pequeño, Carol se sentia entre conmovida y reconfortada.
Ese niño siempre tenía un gesto cálido.
Siendo honesta, después de desahogarse, se sentía mucho más tranquila.
Aunque no había logrado finalizar su divorcio, ya no estaba tan molesta.
"Luca," saludó Carol con una sonrisa a su hijo.
Luca se giró, estaba feliz al ver a su mamá, "Mami."
Carol se lavó las manos, "Ve a jugar, ya cocino yo."
"No hace falta, ya está lista la comida. Anda a la mesa que ya serviré la comida."
Dicho esto, Luca apagó el fuego y comenzó a servir la comida. El dorado de los huevos envolvía cada grano de arroz, al que había añadido camarones, salchichas, carne en cubos, zanahoria y judías verdes. Se veía delicioso.
Laín y Ledo, al oír a su madre, también apareció y corrieron hacia Carol, llamándola mami
en coro.
Carol los miraba llenos de amor, y cualquier disgusto que tenia se desvanecía,
Solo quedaba un cálido sentimiento de amor en su corazón.
"¿Ya terminaste tus cosas, mami?" le preguntó Laín.
Carol lo negó con una expresión resignada,
"No se concretó, parece que nos quedaremos en Puerto Rafe por unos días más."
"¿Por qué no se pudo hacer?"
"Porque la persona que tenía que ver se fue de viaje, no está en Puerto Rafe. Tengo que esperar a que regrese para poder arreglar todo."
Ella no había contado a los niños que había vuelto para intentar finalizar su matrimonio con Aspen.
No quería que los niños supieran de su existencia, ni de los asuntos del pasado.
Quería que sus niños solo debían preocuparse por crecer felices y saludables. Las preocupaciones de los adultos no eran para ellos.
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Ya, no se preocupen por lo mío, vamos a comer."
"Está bien.
Tras el almuerzo, los tres pequeños se fueron a descansar y Carol se sentó en la cama a contar el dinero que tenía.
En total, no tenía ni diez mil pesos.
Tenían que pagar el hotel, la comida.
Sus tres hijos todavía estaban creciendo y no podía permitir que pasaran hambre o que les faltara comida.
Calculando los gastos de una familia de cuatro, el dinero no iba a durar mucho.
Sin dinero, se sentía insegura.
Carol pensó que debería buscar un trabajo a tiempo parcial, preferiblemente que pagara al día.
Después de todo, no sabía cuánto tiempo tardaría Aspen en volver a Barrio Helios, y no podía esperar a quedarse sin un peso para empezar a buscar trabajo.
Pero en esta época donde se valoraban mucho los títulos y los certificados, le sería difícil encontrar un trabajo que le gustara sin ellos.
"Ay…" Carol se lamentó.
Siempre que pensaba en eso se sentía triste, había entrado a una buena universidad
pero….
La vida era irónica, el pasado era insoportable.
Después de buscar en internet sin encontrar nada que le interesara, decidió buscar un trabajo que le pagara bien.
Comparando opciones, decidió que vender licor era lo que más pagaba.
Pago por día, 380 por noche más comisiones del 2%.
Aunque no le gustaba ese ambiente, la necesidad de dinero la dejó sin opciones.
A las siete en punto, Carol llegó puntual al Bar Ebrios Contentos.
El alcohol traía alegría y olvidaba las penas.
El Bar Ebrios Contentos, el más grande y lujoso de Puerto Rafe, era un lugar donde se derrochaba dinero sin medida.
Solo los ricos y poderosos podian permitirse gastar allí.
Aunque no le gustaba llevar un vestido negro ajustado y un poco revelador, y menos los tacones altos, el resto estaba bien.
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En poco más de una hora, Carol ya había vendido tres botellas de licor.
Cada una costaba entre diez y veinte mil, y con la comisión, ya había ganado más de mil
En la sociedad actual, además de títulos y certificados, la apariencia también cuenta.
Ella era atractiva, con un buen cuerpo, una voz agradable y, sobre todo, tenía manos hermosas.
Escucharla hablar y verla servir tragos era un placer.
Así que Carol era muy popular allí.
Pero ser demasiado atractiva también tenía sus inconvenientes, y no pasó mucho tiempo antes de que alguien la pusiera en su mira.