La noticia de la boda se había extendido como el fuego en la madera.
Morgana se aseguró de poner a todo el mundo a ayudar con los preparativos, desde la decoración hasta la comida, así que los miembros de los Rebeldes estaban bastante ocupados.
Violeta no se imaginaba que la organización de una boda fuera tan estresante y se sentía mal la mayor parte del tiempo.
Morgana había aceptado ser su dama de honor, junto a Lucinda, por supuesto. Jack le pidió a Lance que fuera también uno de sus padrinos, lo que sorprendió al hermano de Violeta tanto como a ella misma.
Lucinda y Lance por fin habían comenzado una relación y Lucinda dividía su tiempo entre la Manada Diamante y los Rebeldes, lo que hacía a Violeta realmente feliz.
Su amiga había conseguido el vestido de novia perfecto para Violeta, uno que le encantaba por encima de todo.
No podía esperar a ponérselo y bailar toda la noche sintiéndose como una princesa salida de un cuento de hadas, porque así es como se sentía.