El proceso de recuperación de Mia no es fácil. Su coma, aunque todavía está dentro de los límites del tiempo previsto, la deja con un ligero daño cerebral y cierta atrofia muscular. No ha hablado desde que se despertó, pero los médicos creen que es más psicológico que otra cosa. Algo es diferente en ella: una tristeza solemne en la que parece hundirse cada día más.
Elon está con ella en cada paso del camino, pero hay tan poco que puede hacer que parece marcar la diferencia. Envían a Mia a casa después de otra semana en el hospital, bajo estrictas órdenes de quedarse en casa al menos hasta que se recupere un poco más.
Elon no se ha apartado de su lado en semanas, pero ahora que Mia está en casa, tiene asuntos de los que ocuparse. Mientras almuerza con sus abuelos, Elon regresa sigilosamente a su habitación para atender una llamada. Escucha el timbre del teléfono durante lo que le parecieron horas hasta que, finalmente, la persona de la otra línea contesta.
