*Punto de vista de Beth*
Zed actuó de inmediato y me empujó a un lugar seguro. Pero al salvarme, fue aplastado por el muro que se derrumbó.
"¡No!" Grité mientras caía del segundo piso. Afortunadamente, reboté en un dosel, pero luego aterricé en un árbol en el patio.
"¡Mierda!" Grité.
La caída me había torcido el tobillo. Esperaba que no estuviera roto. Luché por bajar del árbol. Estaba gemiendo mientras intentaba subirme a la enorme rama de un árbol. Volví a mirar el orfanato y descubrí que el edificio del segundo piso se había derrumbado. ¡¡No!! ¡Zed todavía estaba allí!
Finalmente, bajé del árbol y arrastré mi pie herido hacia la destrucción. Llorando, cavé entre los escombros con mis propias manos. Me empezaron a sangrar las uñas y me corrían mocos por la cara, pero tuve que rescatar a Zed. ¡No podía dejarlo morir! ¡Así no! No importa lo que pensara, Zed era bueno y puro. No era como su padre. Zed merecía vivir.
