Amelia pasó el resto del día preocupada por el hecho de que su propia existencia era motivo suficiente para ser cazada. No estaba acostumbrada a que la persiguieran, a que la quisieran de ninguna manera. Ahora tenía tres novios y estaba siendo perseguida en el desierto.
¿Qué se sintió al ser un premio? Una especie de trofeo de guerra enfermizo y retorcido, una mujer propiedad de una mujer en lugar de amada. Su valor provenía de lo que era, más que de quién era, al menos para los pícaros. ¿Fue esto parte de todo el conflicto o fue una misión secundaria?
Cuando acamparon esa noche, intercambiaron muy pocas palabras. Amelia revisó a los guardias heridos, aunque a estas alturas sus heridas eran poco más que líneas rosadas, furiosas y dentadas en la carne. Otra comida insípida llenó las tripas de Amelia y luego cayó en un sueño intermitente.