—Cuatro días como máximo. Las cosas parecen bastante sencillas aquí. Estaré listo para volver a dirigir las operaciones en el frente interno.
Era Julián. El alivio que invadió a Amelia cuando vio su nombre en su teléfono casi la derribó. Debería apresurarse a llegar a su próxima reunión, pero en lugar de eso, estaba adulando un mensaje de texto de un chico.
Un hombre adulto. Un hombre adulto muy hábil y muy capaz. Hábil y capaz en más de un sentido.
Mierda. Distraído de nuevo.
Amelia sacudió la cabeza en un intento de aclararla. Realmente no ayudó, pero la distrajo lo suficiente como para ayudarla a retomar el rumbo.
Nathan se marcharía por la mañana. Debería sentirse aliviada de tener algo de espacio para aclarar su cabeza, pero esa necesidad de mantenerlos a todos cerca de ella y nunca perderlos de vista le atravesó el pecho de manera familiar.
Nunca lograría hacer nada con toda esta preocupación.