*Punto de vista de Mía*
Era oficial. Tuve una conmoción cerebral.
No es que no lo supiera ya por los violentos golpes en mi cráneo, la nueva sensibilidad a la luz y las náuseas de la habitación dando vueltas a pesar de la seguridad de Luna de que el edificio no estaba a un golpe de distancia de una demolición improvisada.
Admitirlo me sentí como si estuviera poniendo un freno aún mayor al estado de ánimo.
Aunque odiaba admitirlo, esconderme en las antiguas habitaciones secretas de la prohibición era genial. Recordé a Lila despotricando sobre ellos y lo ridículo que era que hubiera tantos indocumentados en la ciudad, incluso si pensaba que era genial que hubiera lugares seguros para que las personas sin hogar pudieran ocuparse.
Hubiera sido bueno saber exactamente en cuál estaban, pero c'est la vie. Realmente no importaba cuando no había nadie a quien decirle nuestra ubicación.