*Reyezuelo*
"¿Qué pasó?" Preguntó Amaya, con la voz llena de miedo mientras empacaba frenéticamente su saco de dormir. "¿Qué fue eso?"
No quería alarmarla pero tenía razón, tenía todo el derecho a saberlo. Tomé una respiración profunda. "Era un pícaro", dije con brusquedad mientras me ponía un traje nuevo. Envolví mi brazo herido en los restos de mi vieja camisa, con cuidado de que Amaya no viera mi herida.
Sonreí para mis adentros, ignorando el dolor en mi brazo porque la sorprendí mirándome. Ella no fue sutil. Ni siquiera un poquito. El dolor en mi brazo no fue nada que no pudiera soportar después de eso.
"¿Un pícaro?" Escuché un ligero temblor en su voz. "¿Hay muchos por aquí?"
Rápidamente terminé de empacar el resto de nuestro campamento. "Mira, no tienes nada que temer, pero debemos seguir moviéndonos". Ella asintió con la cabeza. "Hay un pequeño pueblo a unos pocos kilómetros de aquí, con suerte podremos llegar para el almuerzo".