Tumbada en la cama, miro al techo.
No puedo creer que estuve a medio segundo de arrodillarme ante un demonio y chuparle su polla escandalosamente grande. Y que lo dejé llegar tan lejos como para tocarme hasta que casi me desmayo por lo intenso que fue mi orgasmo.
¿Qué está mal conmigo? ¿He perdido la puta cabeza?
Tengo que ser. Toda la falta de sueño y el estrés de mi próxima reseña están regresando para morderme el trasero en la forma de un demonio cachondo y molesto llamado Soleus.
Mis manos recorren mi cabello mojado, las puntas enredadas quedan atrapadas en mis dedos y me obligan a tirar de ellas hasta que mis dedos quedan libres.
Me vistió antes de dejarme en mi cama y dejarme sola por la noche. Algo que no esperaba que hiciera, pero que no me importó en lo más mínimo, ya que podría haberme dejado desnudo y todavía empapado sin ninguna preocupación.
Pero se había tomado el tiempo para… ¿qué? ¿Cuídame?
Ese pensamiento no me sienta bien. En lo mas minimo.