*León*
Arthur, mi segundo hermano, era el rey del inframundo en la ciudad de Nueva York. Actualmente, él estaba sentado frente a mí, fumando un fino cigarro cubano, con las piernas cruzadas y mirándome con aire de victoria. Exudaba un aura engreída que me disgustaba.
No ocultó sus sentimientos en absoluto. Incluso sin que él hablara, ya entendí el propósito de su visita.
Fue Conrad quien lo envió a darme una advertencia. Su intención era clara. Tenía que mostrar algo de sinceridad si quería volver con la familia. Se suponía que mi matrimonio con Osip tendría lugar pronto, pero no contaba. Tenía que aportar algo propio, como el Hotel Kingsland.