Grité y me tapé rápidamente la ropa, pero ya era demasiado tarde. La mirada de Willie estaba fija en mí, y supe que yo también tenía una buena figura. Debido a mi embarazo, mis pechos eran un poco más grandes que antes, suaves y firmes. Mis pezones ya estaban abultados bajo el estímulo del frescor. Tenía los ojos fijos en él, pero levanté suavemente los dedos y me los pasé por los labios, luego por el cuello y los pechos, frotándolos suavemente aquí y allá. No debía de poder soportar semejante tentación.
Efectivamente, vi cómo reaccionaba su cuerpo. Se le había levantado una tienda de campaña entre las piernas. Estaba claramente borracho. Me miró, pero su mano estaba en mi mejilla y mi cuello, bajando por mi pecho. Di un paso atrás y le susurré: "Willie, no hagas esto. Déjalo ya".
Pero mis ojos le dijeron claramente: "Willie, vamos".
