No se me ocurrió que tuviera tanta resistencia. Él y "yo" lo hicimos cuatro veces antes de parar. Por lo que parecía, se había quedado dormido conmigo y nos estábamos abrazando.
Pronto, su respiración se volvió uniforme, e incluso empezó a roncar. Por fin me atreví a moverme. Le quité con cuidado el albornoz que había ensuciado con su esperma y fingí tirarlo al suelo. Me metí bajo las sábanas y me envolví con ellas.
En cuanto al Ted desnudo, intenté no robarle miradas. Admito que era un hombre guapo y sexy. Por desgracia, no era mi tipo, y no quería admirar un cuerpo tan perfecto. Me di la vuelta y mi conciencia empezó a desvanecerse. Tenía sueño.