*Zander*
Me quedé mirando su forma dormida. Era absolutamente perfecta. No había una sola cosa que cambiaría de esta mujer.
Miré fijamente la marca que le había hecho hacía tan sólo unas horas.
Sentí que todo mi corazón se hinchaba. Me sentía completo en muchos sentidos. Ella era la pieza que me faltaba.
Me negué el lujo de caer en ella, y ahora, estaba tan hundido que no sabía qué hacer conmigo mismo.
Seguí con el dedo la marca que le había hecho. Se estremeció bajo mis caricias y sonreí. Recordé la forma en que se había sacudido bajo mí mientras la veía deshacerse con mis caricias. Esta mujer era como el cielo y el pecado, todo en uno.
Me incliné hacia delante y le di un suave beso en los labios. Se movió un poco, acercándose a mi calor, pero no se despertó.
Acababa de cerrar los ojos cuando sentí un dolor inimaginable en el centro del pecho. Era como si una daga se hubiera clavado en mi cuerpo. Lancé un gemido bajo mientras el dolor se apresuraba por todo mi pecho.