**Callan
De alguna manera, me había pasado de la raya. La última vez que bebí tanto, casi me olvido de Isa. Esta vez casi me olvido de que David y yo nos hicimos amigos. Lo último que recuerdo es haberlo abrazado en plena calle mientras la gente que pasaba se nos quedaba mirando.
No tenía ni idea de cómo llegué a casa y por qué David estaba conmigo.
Le arranqué la manta y casi se cae al suelo de la sala.
—¿Qué demonios? —– refunfuñó, todavía medio dormido. Se hizo un ovillo. —Hace frío.
—¿Por qué estás aquí? —Le pregunté. Miré mi reloj—. Mierda. Ya son casi las ocho. Voy a llegar tarde por primera vez en mi vida por tu culpa.
David se levantó poco a poco del sofá, con el pelo desordenado y la camisa casi desabrochada. Sus ojos eran rendijas finas y cansadas.
—Tú eres el que quería salir a tomar algo. No me señales con el dedo.
